sábado, 10 de diciembre de 2011

For those of you who speak English I dedicate this entry.
First I have to welcome you to what I call my -not so- secret space. From you I only ask two things, to open your minds not trying to believe in what I tell you, but just reading my story, the second thing is to forgive my mistakes.


Most of my life I have tried to create a show, for others and for myself. That’s why when my dear Lady Gaga said "It is not that I have been dishonest, it’s just that I loathe reality" I felt much identified.

You see, I belive there is some background to it. My mother, a great woman, was born and raised in a unique environment. Her Mother came from a rich family and was given a unique education, unlike those of her time; lots of reading, poetry, geography and history. She had great character and a huge presence, although she was rather small.
My mother was also given a different education, academically she was outstanding but she also received valuable social information, and instead of marrying the first man with a good Family name she went to the Capital, to the university. That gave her such a perspective that the least she could do for her daughters was to give them the chance to see the world with full support.

Still, the American influence is very clear in her. Just like those ads in the 50's, the ideal and perfect lifestyle of an ideal and perfect family. But my mom, just like every woman dreaming about it, knew it wasn't anywhere close to reality.

I, myself find it romantic, and for cultural or genetic reasons, I still think it is right to keep up appearances.This, of course, has brought me trouble in this modern society, and more specifically even pain in the Spanish society.

I will make a point, I promise. Yesterday I went to the theater to see "La Casa de Los Siete Balcones" -The House of the Seven Balconies- and the point of the play was to learn to say "No", the most difficult word according to the main character. "To say Yes you lower your head, But when you say No you have to put your chin up and Shout", She said. I was very surprised by the importance of this fact, and more important, the spanish analysis of it.

Now, my point is that sometimes we deal with the remainings of the convenient 50's lifestyle and although it is chauvinist and not realistic we accept it. But, what if we really want it?

Some women want to be treated as equal, but are still quite pleased when a man opens the door for them, or carries their heavy bags. Isn’t that a double morality?.
So, to be honest, I don't want to be treated equal, I want to be treated better. I want to be able to feel safe in some arms and my tears to be understood. I want to have the same opportunities, the choice in my hands… to be a 50’s Woman If I Want To.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Ojos en la oscuridad

Cuando yo era pequeña, mi familia y yo vivimos muchos años en la casa de mis abuelos.

Era una casa grande con un hermoso patio trasero con plantas y árboles de frutas. Lo recuerdo muy grande aunque seguramente es más bien pequeño. 

La casa contigua era una réplica de la nuestra. Según la historia que solían contar algunos familiares, el dueño era un hombre que mandó a construir la casa, en espejo de la nuestra para vivir allí con la que sería su mujer, pero justo antes de la boda ella lo dejo. 
Hundido por el dolor olvidó la casa y así se quedó a medio construir... muchos años después término siendo la guarida esporádica de bichos, gatos y mis amigos del colegio.



Durante todos los maravillosos años que vivimos allí con mi abuela disfruté cada día de ese patio al que recurrentemente vuelvo en sueños.

El tema es que los patios de la casa abandonada y el de nuestra casa estuvieron por muchos años divididos por una pared de metro setenta que no suponía ninguna dificultad para ningún gato salvaje en busca de saquear los cubos de la basura que solíamos dejar a la "pata".

Mi abuela odiaba los gatos. Les gritaba y les arrojaba lo que tuviera a mano con tal de echarlos de casa. Los pobres estaban desconcertados, porque cuando por fin confiaban en mi y el los platitos de leche que les dejaba a la vista aparecía mi abuela con un enorme cubo de agua o blandiendo una escoba.

Aquellos gatos maullaban por la noche pidiendo cariño y comida, pero lo curioso es que para cuando yo abría la puerta ellos se escondían. Y una vez abierta la puerta aunque yo los llamaba no venían inmediatamente.

Me encanta pensar que conductas animales también son conductas humanas. Hay gente que te necesita, te extraña o te quiere, pero cuando abres la puerta se van asustados. Lo cierto es que nunca lo he entendido, pero lo resalto. ¿A qué le temen, después de llamar tanto?

viernes, 25 de noviembre de 2011

con el tiempo

Apenas tercera entrada y ya me parece casi necesario.
Las personas necesitamos a veces alejarnos de nuestras rutinas, en especial cuando algo (mente, salud, economía, amor) no va bien. -mi problema es que ni empiezo una rutina cuando ya la dejo-.

Lo cierto es que hoy que he retomado este blog me doy cuenta de que tenía unos sentimientos reprimidos desde hace ya un tiempo. Es grato y raro sorprenderse a sí mismo. Hoy me sorprendí leyendo lo que con una elocuencia casi desconocida vertí de mi cabeza al teclado y a este blog.

Ya pasaron meses desde esa entrada hasta agosto, y de agosto a septiembre también paso un tiempo, y de septiembre hasta hoy me parece casi una eternidad.

Siempre pensé que era bastante fuerte emocionalmente. No creo que dependa de nadie mi felicidad o que necesite estar emparejada para sentir que tengo rumbo, aunque he de admitir que desde que tomo decisiones importantes en menor o mayor grado casi siempre las he supeditado a mi "pareja"

Dentro de 10 días cumplo años. Me considero joven todavía -aunque en lugares como Los Ángeles casi sería mejor que me retirara- y pensaba que había vivido relaciones demasiado serias para mi edad o para mi situación, aunque ahora veo que realmente hay mucha gente que conoce a su pareja de 10 años a los 18 o 19 años.

El caso, antes de que siga llevándoos sin rumbo por las líneas. Es que creo que la herida por la que tarde tanto en sentarme a escribir ha cerrado. Ya no lloro al pensar en él, ya no redundo en palabras o miradas, ya no miro el reloj esperando su llegada. Ya no.

¿Sería muy cruel decir que le olvidé? o quizás lo digo primero sabiendo que él me lo ha hecho antes.

viernes, 18 de febrero de 2011

La verdad sobre...



¿Alguna vez habéis sentido como si los recuerdos a los que os aferráis realmente pertenecieran a alguien más? 
Con frecuencia recuerdo cosas que me han sucedido o palabras que me han dicho y que parecen ser un segmento de una película. Incluso solemos decir, ¿pasó de verdad o lo soñé?
Veamos, hay otras cosas que dejan una huella, hay gente que te marca, lugares que no se olvidan, sensaciones que puedes revivir cerrando los ojos, pero, cuanto de eso realmente nos pertenece y cuanto le pertenece a ese otro, el que interactúa con nosotros, ese que con una mirada puede elevarnos del suelo o hundirnos, aquel que nos lo dice todo con un silencio.

La verdad sobre el amor yace en los recuerdos. La capacidad de desechar lo que nos disgusta y recordar lo que sí nos gusta. 
Hace unos días llego a mí un video en el que EMILIO DURÓ decía, entre otras cosas muy interesantes, que no es cierto que olvidamos lo malo y nos quedamos con los recuerdos placenteros, al contrario, "recordamos a la abeja que nos picó, no a las 500.000 que no nos picaron"
Ahora creo que es eso lo que nos sucede a la hora de terminar con una relación bien sea de trabajo, personal o de amistad. Somos incapaces de recordar absolutamente todo lo bueno, solo nos reforzamos en lo que nos hizo daño de alguna manera aunque se trate de algo eventual o fortuito. Por ejemplo, una novia que siempre te prepara la cena o un hombre que a diario va a trabajar son recompensados con estabilidad y estados emocionales agradables por quienes le rodean. pero en cuanto uno de estos personajes deja de cumplir una de sus funciones, cualquiera que esta sea se produce una especie de bache en el camino que bajo nuestra condición humana no somos capaces de sobrellevar o incluso olvidar. 
Nos preocupamos por la posibilidad de que vuelva a suceder o el porqué de las razones para que esto suceda. ¿No es más fácil seguir adelante? No.

La verdad es que estamos hechos para sobrevivir, si un "peligro" se presenta en nuestra cotidianidad para romper con nuestra paz podemos llegar a pensar que tendrá consecuencias en otros aspectos y que acabara con nuestras vidas. Es la verdad. Más allá de la razón intentamos preservar lo que con más o menos esfuerzo hemos logrado.

Lo que me lleva a pensar que quizás lo que llevamos dentro e interfiere con la duración de una relación de pareja puede ser pensar hasta que punto nuestro compañero o compañera interfiere con la continuidad de nuestros planes personales. Es decir, si él o ella nos ayudan o nos estorban. Esto puede ser muy claro o muy subjetivo.
Desde un punto de vista bastante básico y para algunos, arcaico -para mi innegable- la genética puede descartar a muchos candidatos, desde la asimetría hasta los gustos musicales el subconsciente y el cerebro primitivo susurran claramente sus decisiones. Por eso siempre queremos estar cerca de quien aparenta salud, huele bien y encaja con nuestros patrones culturales, raciales o emocionales. Luego cuando alguien en quien hemos confiado nos desilusiona repentinamente deja de ser simétrico, bueno y apropiado, se interpone en nuestro patrón de preservación de la especie.

No sé si me desvío, pero probablemente no esté muy lejos de encontrar la razón por la que alguien deja de querer a otro alguien, incluso después de años y a pesar de todo lo bueno que nunca más volverá  a darse.

martes, 15 de febrero de 2011

Primero lo primero y luego todo lo demás

Quisiera escribir un blog profundo sobre lo que estoy sintiendo ahora, pero no puedo más que contaros algunas partes de la historia que ahora mismo está culminando.
El mundo de las relaciones es uno lleno de vivencias e historias. Algunas más aleccionadoras que otras.
Las mías suelen ser profundas, aunque terminen de maneras banales o por cosas relativamente fáciles de solucionar.
Acaba de pasar san Valentín y muy a mi pesar, después de tres relaciones serias y casi ocho años de emociones invertidas no tengo ningún recuerdo de san Valentín. Recuerdo dar muchos regalos y recibir alguno también.
Aunque siempre he sido muy de dar regalos resulta que los 14 de febrero nunca han sido especialmente románticos para mí.
Recuerdo la primera sorpresa que le hice a mi primer novio. Aunque él era 6 años mayor que yo compartíamos una inocencia y una ilusión por las cosas pequeñas que nos conectó desde el primer día.


Yo estaba de pasada en esa ciudad, apenas ideando un plan y con mucho futuro por delante, él era un rockero gracioso, sencillo y con muchos conceptos que me rodearon, no tenía escapatoria y me enamoré de él. Pero el hechizo se rompió cuando tuve que volver a mi casa sin saber cuándo le volvería a ver, entonces comenzamos un idilio telefónico alimentado a diario por limitados minutos llenos de complicidad. Algún tiempo después volví. Pero no desvelé mi plan. Los amigos que teníamos en común me escondieron en su casa y le pidieron venir más tarde ese mismo día. Le contaron que yo nunca más volvería, que mi vida se había complicado mucho y que sería mejor que me olvidara. Él se llevaba las manos a la cabeza y se tapaba la boca entre sorpresa y desconcierto. Yo le miraba a través de un cristal tintado. No pude soportar más y salí con un salto "¡Aquí estoy!" dije "¡Es todo mentira!"
He olvidado qué dijo, solo recuerdo que bebió un vaso interminable de agua mientras me miraba atónito y me abrazo como si yo fuera la única en el mundo. Y él para mi también era el único del mundo.


Vivimos un amor de película, éramos una sola persona, yo me nutría de su creatividad y él de la frescura que yo llevé a su vida. Fuimos felices. Y se trata de eso, ¿No?, de ver por todos lados algo que compartir, decir con una mirada lo que no queremos que los demás oigan, estirar la mano en la oscuridad y saber que el otro estará allí para estrecharla.
Si alguna vez has sentido eso te deberías sentir muy afortunado.
Algunos se pasan toda la vida buscando alguien en quien confiar ciegamente y nunca lo encuentran, otros lo tienen y por miedos o por imprudencia lo pierden.



Algunos de los que somos capaces de callar las voces de la desconfianza podemos dejar pasar ofensas por un bien mayor, y sacrificar una completa felicidad por otro estereotipo mucho más cotidiano y normal. Saber cuando estamos siendo conformistas y cuando no es el dilema que me trajo hasta aquí.

Ahora mismo mis emociones y mis pensamientos se debaten entre la razón y los recuerdos. Hace algún tiempo mi corazón dejó de vivir y se ha alimentado de recuerdos que lentamente dejan de causarle asombro. Y mi mente como siempre le ordena dejar de sentir, no tiene sentido. Si al final esa frase tan empalagosa va a ser cierta, “el amor tiene razones que la razón no entiende”.